PUBLICADO EL 23 Agosto, 2021
Tejer prendas de abrigo para personas en situación de calle y de la tercera edad, es la razón que reúne a cerca de 70 voluntarios en el proyecto “Tejiendo con sentido”.
Alumnos, docentes y administrativos de la sede Alameda de Duoc UC son quienes con lana y palillo en mano participan en este taller para aprender diversos puntos de tejido, confeccionar vestuario de invierno y donarlo a la Parroquia Apóstol Santiago de Estación Central y al Hogar Santísima Trinidad de la comuna de Santiago.
El proyecto, organizado por la Dirección de Pastoral y la Dirección de Desarrollo Estudiantil de la sede Alameda, ha logrado reunir gran cantidad de ropa de lana tejida gracias a la dedicación de los voluntarios y la de sus familiares, los que se han ido sumando rápidamente a las clases y al tejido de la ropa, especialmente en agosto, mes de la Solidaridad.
“Queremos compartir el valor de la solidaridad a nuestra comunidad educativa, en este caso tejiendo ropa que tanto necesitan otros en tiempos de frío y en pandemia. En ese prójimo vemos a Cristo y queremos también abrigarle”, señala Nicole Ortega, Coordinadora de la Pastoral de la sede Alameda. “No descartamos la posibilidad de abrir este proyecto a la comunidad externa a Duoc UC“, agrega.
Semana tras semana los voluntarios eran más y la lana menos, hasta que llegó la donación de varias empresas del rubro que han realizado importantes donaciones de lana para continuar con el proyecto, entre ellas Ecocitex, Lanas Orquídeas, La Tejería, Lana Pukém, Lanas Movil, Revesderecho y Manomanitas.
Carolina Montorio, docente de la carrera de Topografía de Duoc UC, es quien imparte las clases de tejido cada jueves por la plataforma Zoom. Cada sesión incluye el aprendizaje de nuevos puntos y distintas formas de tejido para confeccionar variedad de prendas.
Montorio señala que “algunas voluntarias se inscribieron no sabiendo nada, otras tejedoras a crochet y palillo muy avanzadas y otras como yo tejedoras autodidactas, todas con un hambre de aprender, ayudar y compartir experiencias de vida, conocimientos y habilidades en el arte de tejer”.
Rosalinda Rivera, de 74 años y madre de una de las voluntarias docente de la sede Alameda cuenta haber recibido con alegría la invitación de su hija a participar en este voluntariado: “es una actividad tan bonita en la que podía participar siendo yo una persona de la tercera edad, y también ha sido una distracción durante los días de cuarentena por la pandemia”.